lunes, 31 de diciembre de 2012

Lo que el Año Viejo se llevó

En el tema de la impericia, el gobierno de Luis Fortuño, que pronto será catalogado como la "pasada administración", le dio a los pacientes en Puerto Rico como a pillo de película.  Nunca antes gobierno alguno trató tan mal a los pacientes en este tema.

El senador Thomas Rivera Schatz y la senador Lorna Soto inicialmente aparentaron proteger a las víctimas de impericia médica, sirviendo de escudo a algunos intentos del primer ejecutivo del país para pasar legislación que afectaba a los pacientes.  Estos senadores pusieron un detente a las intenciones para imponer un tope a la compensación de daños no económicos, cuando Fortuño trató de que fuera $250 mil.  Sin embargo, cuando, de forma unilateral, autoritariamente, el Secretario de Salud, Lorenzo González, hizo un reglamento concediendo inmunidad del Estado a diez hospitales privados y, por ende, a los facultativos médicos que allí trabajan, imponiendo, además, un tope de $75 mil a todos los daños, estos senadores de la entonces mayoría hicieron mutis y miraron hacia otro lado.  Cayeron en la trampa, voluntaria o involuntariamente, de los llamados "centros de trauma".

Fue la Asociación de Víctimas de Impericia Médica (AVIM) que auspició anuncios en la radio pidiendo al gobernador Fortuño que lo dejara sin efecto.  En respuesta, el llamado contralor electoral los censuró burdamente, teniendo que ser demandado en  la corte federal por AVIM que prevaleció a fuerza del malletazo correctamente dado por el Juez Daniel Domínguez.  Aún así, y teniendo la oportunidad única de echar pa'lante en favor de AVIM, Rivera Schatz y Lorna Soto volvieron a hacer buche.  Soto pagó por ello en las elecciones generales. La cuenta de TRS con las víctimas de impericia médica aún está pendiente de cobro y solo la distribución electoral que se hizo bajo su dirección, entre candidatos a senadores por acumulación, lo salvó.

Este año fue difícil para todos los que vivimos en Puerto Rico y, obviamente, también lo fue para las víctimas de impericia médica, con una segunda excepción que salió a la luz pública.  Casi al filo de fin de año, el Procurador de la Salud, antes Procurador del Paciente, impuso una multa de $10 mil al Centro Médico por el caso del niño de Arecibo que no fue trasladado a tiempo del Hospital Cayetano Coll y Toste de esa localidad, debido a una alegada falla en el sistema de comunicaciones.  Esa es la multa máxima que puede imponer dicho funcionario en cualquier investigación que haga, aunque el Centro Médico aparentemente no se cruzará de brazos.

No sé si los padres del menor que, eventualmente murió, están conformes con esa determinación administrativa. No sé si ese fin era el perseguido por ellos.  Aunque felicito al Procurador de la Salud, este caso me deja un sabor agridulce, pues estimo que nuestro sistema para dilucidar controversias sobre impericia médico hospitalaria, en general, se queda corto, desde el punto de vista de justicia para las víctimas.  Casos como ese y otros que he llevado y que conozco por referencia, deben ser tratados, no solo desde el punto de vista administrativo o civil, sino también en el aspecto penal.  No es nuevo, ya antes he favorecido esta postura, que es seguida en muchas naciones de vanguardia y la he discutido desde este foro. 

Veremos lo que nos depara el 2013.   Espero que muchas actitudes, con la llegada de este nuevo gobierno cambien y que el año viejo, como decían antes, se lleve toda la basura, especialmente aquella que se tira en dirección del paciente y del que ha sido víctima de una mano negligente.  Espero que el 2013 traiga mucha salud a nuestra población y que las actitudes cambien. Si no cambian, tendremos que seguir luchando duro para conseguir una justicia plena. Pero ahí estaremos.

miércoles, 26 de diciembre de 2012

El Secretario de Salud: un donqueo de tres

El Secretario de Salud que Alejandro García Padilla, el gobernador electo, nombre, deberá lidiar con la impericia médica, pero teniendo de norte solamente a los pacientes en Puerto Rico, que son el eslabón más débil de la ecuación en el tema de la salud.  El próximo titular del Departamento de Salud no ha sido nombrado aún.  Sin embargo, el que se nombre en su día, no debe buscar soluciones cuando no existan problemas.  El que sea que se nombre, tiene que olvidarse de trastearles los derechos a los pacientes con el fin de favorecer a sus colegas o pensando que soluciona algún problema.  Que no empiece por tragarse el cuento trillado del éxodo de médicos a Estados Unidos y proponga legislación para cercenar derechos a los pacientes en el país.  Que no se trague el cuento de las demandas frívolas y los "altos" costos de los seguros.  Puras pamplinas mediáticas, por decirlo finamente.

El nuevo Secretario del Departamento de Salud debe tener bien claro que nada tiene que ver con las demandas de impericia médica y los abogados el que los médicos se nos vayan a EEUU.  Que no venga a hablar del tema de la impericia médica, desde el punto de vista del médico. Que lo haga, esta vez, desde el punto de vista del paciente, que es al que le toca defender.  A los médicos los defiende y defenderán sus dos gremios: el Colegio de Médicos y Cirujanos de PR y la Asociación Médica de Puerto Rico. A ellos les toca, no al Secretario de Salud. ¿Entiende?

En el pasado, Secretarios de Salud Puerto Rico han sido, naturalmente, médicos. Sin embargo, el hecho de ser médico no califica a la persona para hacerse cargo del Departamento de Salud. Debe tener quizá un bagaje administrativo, que entienda de presupuesto, que sepa de hospitales y que esté dispuesto a implantar la política pública del nuevo gobierno en el tema de la salud.

Por último, y no menos importante, el nuevo Secretario de Salud tiene que saber jugar baloncesto.  Se preguntarán por qué.  Ese talento le ayudará para donquear en el zafacón el reglamento de los centros de trauma. El mismo donde Luis Fortuño Burset y don Lorenzo le concedieron, de manera gansa, la inmunidad del Estado a diez hospitales privados y a los médicos particulares que allí trabajan.  Todos los pacientes lo quieren y se lo agradecerán.  El día que lo haga, y no debe tardar mucho, me lo gozaré y el donqueo, no importa, le contará de tres.

Nota del 27 de diciembre de 2012

La posición tiene al fin cara.  La silla caliente de Salud será ocupada, a partir del 2 de enero de 2013, por el nefrólogo Francisco Joglar Pesquera, nombrado hoy por el gobernador electo. Para los que no hayan escuchado nada sobre el pedigree del galeno, pueden acceder aquí a su curriculum vitae.  Resalta que, hasta el 2005 en que asume la posición de Director Médico de Triple S, el doctor Joglar Pesquera era profesor del Recinto de Ciencias Médicas de nuestro primer centro docente, de donde también fue su decano hasta su renuncia.  De ahí sale a Triple S, donde fue reclutado por AGP y, presumo, por el Dr. Jorge Sánchez, su asesor senior en temas de salud.  Desconozco el salario que obtendrá el doctor Joglar como titular de Salud.  Del contrato que accedí con Triple S, surge que devengaba hasta 2010 un ingreso de casi $300 mil al año.  De lo que estoy seguro es que, para el nombrado, el servicio público conllevará una merma en sus ingresos.  Si deja a su paso una huella positiva, eso estará por verse.  Desafortunadamente, para él, sus actuaciones en cuanto a la industria de planes médicos serán siempre prejuzgadas como si fuera un cabildero de su anterior patrono privado.  Le damos, claro está, el beneficio de la duda, aunque no sabemos si sabe jugar baloncesto y hará pronto el donqueo que pedimos. Comoquiera, le deseamos mucho éxito en su encomienda porque, si lo tiene, será bueno para los pacientes en Puerto Rico y su satisfacción valdrá más que el salario que dejará de percibir.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

José Emilio González

Voy a hacer un pequeño paréntesis en mi tema favorito de la impericia médica y la negligencia hospitalaria en Puerto Rico para hablar de un abogado… de mi pueblo. De entrada, hago la salvedad de que estoy prejuiciado. Durante las pasadas tres décadas nos hemos visto poco, como pocas fueron las ocasiones en que intercambiamos alguna que otra impresión. No obstante a eso, lo he considerado siempre mi amigo y espero que él también me considere como tal.

José Emilio es el mayor de cuatro hermanos del matrimonio de doña Chefin y de don Emiliano, de quien es casi un clon.  Residía, con su familia, en Las Mercedes, una urbanización de clase media en San Lorenzo.  Era el hermano mayor protector de su pequeño hermano Gary y especialmente de sus dos hermanas.

No recuerdo, lo debo haber conocido antes, pero fue cuando teníamos alrededor de 17 ó 18 años que me percaté de que era trompetista. No pasó mucho tiempo de solfeos y prácticas en la escala musical cuando un buen día decidimos, con dos o tres panas, hacer un grupo musical que llamamos “Le Brass 69”, obviamente en alusión específica al año en que lo formamos. Éramos muy jóvenes y, naturalmente, nuestra mente entonces solo se enfocaba en las chicas, particularmente de nuestro entorno, y en la música.  Como creadores del grupo, nos auto-nombramos director y director musical, respectivamente. Luego de un año y pico, ambos nos movimos a otro grupo musical, que luego nombramos Impacto latino.  Ahí compusimos y arreglamos varios temas musicales, llegando eventualmente a tener un repertorio completamente original y ocupando las mismas posiciones de liderato que en el anterior.  Nos divertimos mucho en ese grupo y recorrimos gran parte del país con nuestros guisos.

Al pasar el tiempo, comencé en 1973 a estudiar derecho de noche, a la vez que trabajaba en el Banco de la Vivienda. Tras cuatro meses, contraje matrimonio con la madre de mis tres hijos mayores. Obviamente, no pude continuar con el grupo musical, pues también me había mudado a San Juan y eran demasiado actividades como para seguir en la música.  Al año siguiente, José Emilio comenzó por su parte a estudiar derecho en Ponce, aunque continuó con el grupo musical por algún tiempo adicional.

No recuerdo haber visto a José Emilio durante el período de mis estudios de derecho, salvo en una ocasión que el pianista que me sustituyó en el grupo contrajo matrimonio y me pidieron que lo sustituyera para amenizar un baile.  Nuestra relación, sin embargo, era la misma, por menos que nos viéramos y compartiéramos.  Al cabo de tres años, me hice abogado y al año siguiente también lo hizo José Emilio.

Cuando aprobé la reválida, intenté por un tiempo que me nombraran fiscal, pues, inicialmente, me atraía practicar el derecho penal. El gobernador de entonces, Carlos Romero, no me nombró, así que me fui a trabajar en el bufete de mi querido viejo a San Lorenzo y lo demás es historia que no viene al caso. Cuando José Emilio aprobó la suya, obtuvo un nombramiento de fiscal del gobernador Romero y fue a trabajar como tal en la ciudad de Arecibo. Un tiempo después contrajo matrimonio con Maritere, con quien procreó todos sus hijos.

José Emilio tuvo una carrera larga como fiscal en Arecibo. No muchos aguantaban el empuje de lidiar con criminales por más de cinco años. Creo que José Emilio estuvo un poco más de diez años como fiscal, al cabo de lo cual estableció su práctica profesional privada en Arecibo. Se me olvidó decir que, además de trompetista, el hombre tenía una voz espectacular y, además de cantar un par de canciones en nuestro grupo, formó con el tiempo parte de un grupo coral en la ciudad de Arecibo.

No coincidimos mucho con el pasar del tiempo; más bien poco. Nuestras vidas tomaron rumbos distintos y apenas nos veíamos en alguna que otra actividad del Colegio de Abogados. En una ocasión, cuando él fungía como uno de los fiscales del FEI, nos encontramos en Ponce en el 2001 y me dijo que estaba loco por haber establecido mi oficina en esa ciudad, siendo del área sureste. No le creí de momento, aunque luego del deceso de dos transmisiones de mi automóvil, un divorcio y varias siestas furtivas en la autopista, me convencí de que tenía razón, por lo que ahora la tengo en Caguas, más cerca de mi pueblito querido.

Tuve oportunidad de devolverle aquel golpe cuando nos encontramos en el restaurant El Faro de Arecibo y me dijo que iba a postularse como senador por el PNP, obviamente. Su oponente era el entonces senador del partido popular Dr. Julito Rodríguez, con quien yo había tenido varios encontronazos públicos en el tema de impericia médica.  Luego de decirle que estaba loco por meterse a la política, le deseé mucha suerte. Pienso ahora que mis deseos de entonces eran mayormente porque su éxito implicaba eliminar a Julito del escenario político, lo que hizo holgadamente poco tiempo después.

Ocho años han transcurrido desde que José Emilio obtuvo su escaño senatorial. No tengo que hablar de sus ejecutorias desde su escaño senatorial. Basta decir que, dentro del PNP, fue una voz independiente y seria. Esa postura que le ganó en el país el respeto de amplios sectores fuera de su partido, lo llevó a ser considerado por alguna gente como candidato ideal para asumir una posición en la más alta magistratura del país.  El que lo tenía que nombrar, sin embargo, no lo hizo.

Esa voz independiente y seria, creo que también le ganó la desconfianza y el repudio solapado del presidente del Senado Thomas Rivera Schatz y quizá del hardcore de su partido. Al final de ocho años como senador, finalmente fue privado de su escaño en unas primarias internas con un desconocido.

Hace unos días se bate en la opinión pública su nombramiento como juez para el tribunal de primera instancia. Luego de perder las elecciones generales, el gobernador Fortuño ha nombrado un montón de abogados para ocupar las plazas vacantes en el tribunal de apelaciones y el tribunal de primera instancia. Asimismo, ha nombrado docenas de personas para ocupar plazas de fiscales y puestos en juntas de directores de agencias públicas. La opinión pública se ha levantado en masa, cuestionando la moralidad y oponiéndose al centenar de nombramientos, aunque hayan sido hechos legalmente.  Por ese chorro se ha ido también el de José Emilio, a quien todos en el país, con mucha razón, reconocen como el mejor nombramiento efectuado.

Un vistazo a la experiencia y preparación de los nombrados por el gobernador saliente a las distintas posiciones vacantes en la judicatura, me hace pensar que no se le está haciendo justicia a José Emilio. Quizá él crea lo contrario, no sé. Reconozco que sería muy difícil actualmente reiniciar la práctica privada de una profesión que, cuando comenzamos, mi viejo decía que estaba saturada, aunque estoy seguro que volvería al éxito profesional que interrumpió por el llamado de la vena política.  Irrespectivo de cual sea la razón, aún así me entristece que su nombramiento merecido, como juez, haya caído en la vorágine de nombramientos post electorales que han sido calificados como premios de consolación y de “atornillamiento” a los perdedores, bautizados con el PNP.  Es un carimbo que, desafortunadamente, tendrá que cargar por el tiempo que le quede de su vida profesional.

José Emilio posee temperamento judicial, inteligencia y prudencia y no dudo que sea confirmado finalmente por el senado de su partido.  Estoy seguro que, como juez, mejor que muchos de los nombrados, honrará la toga como la ha honrado durante toda su vida profesional, enorgulleciendo a doña Chéfin, a toda su familia y amistades cercanas, incluyéndome. Tal vez él piense que su nombramiento como juez es un honor que le hace el gobernador; en otras circunstancias yo hubiese coincidido con él pero hoy tengo dudas.  Por esa razón, no sé si felicitarlo o expresarle mi pésame. Tendré tiempo para decidirlo, nos vemos poco.